lunes, 6 de agosto de 2012

Día 17 de Ramadan, 1433

Allah es la luz de los cielos y la tierra. Su luz es como una hornacina en la que hay una lámpara; la lámpara está dentro de un vidrio y el vidrio es como un astro radiante.
Se enciende gracias a un árbol bendito, un olivo que no es ni oriental ni occidental, cuyo aceite casi alumbra sin que lo toque el fuego. Luz sobre luz. Allah guía hacia Su luz a quien quiere.
Allah llama la atención de los hombres con ejemplos y Allah conoce todas las cosas. (Corán 24:35)

Allah es la fuente de la luz en los cielos y en la tierra.
Es Él Quien los alumbra con la luz perceptible que nos permite circular y observar, y con la luz espiritual que nos permite advertir la verdad, la justicia, el saber, la virtud, la senda recta y la fe, tanto con las constataciones, como con la facultad de percepción de que Allah proveyó a Sus criaturas.
Esto incita a creer en la existencia de Allah y lleva al hombre a creer en el Creador, alabado sea. 
El ejemplo de su grandiosa luz y de sus deslumbrantes evidencias es como la luz de un nicho de luz deslumbrante; en dicho nicho hay una lámpara límpida que brilla cual deslumbrante astro; la lámara extrae su energía del aceite del olivo, árbol bien bendito que crece en una tierra noble en un lugar templado, que no es oriental (y por lo tanto no favorecido con el calor del sol al final del día), ni es occidental (privado del calor del sol al principio del día). Su aceite alumbra aunque no le toque el fuego, todo lo cual aumenta la luz de la lámpara. ¡Es luz sobre luz! ¡Esplendor sobre esplendor!
Y es así como las constataciones perceptibles y espirituales, esparcidas por el Universo, son deslumbrantes evidencias que no permiten que quepa la menor duda acerca de la existencia de Allah y que imponen la fe en Él, en Sus mensajes y en lo que transmitió.




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