Abu Bakr As-Siddiq es el primero de los cuatro califas ejemplares.
Nació en La Meca dos años después del nacimiento del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y murió dos años después que él. Ambos fueron enterrados en la habitacion de Aisha (hija de Abu Bakr y esposa del Profeta).
Se le llama As-Siddiq (el veraz) porque se apresuró a creer en el mensaje del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y en todo lo que fue revelado.
Su extraordinario carácter era bien conocido y el entusiasmo que puso en difundir el Islam hizo que muchas personas quisieran escuchar al Profeta, aumentando así el número de musulmanes.
Cuando murió el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), Abu Bakr fue el encargado de anunciarlo a la gente. Lleno de tristeza se dirigió a la mezquita y dijo:
"Si habéis estado adorando a Muhammad, sabed entonces que Muhammad ha muerto. Pero si, por el contrario, habéis estado adorando a Allah, tened la certeza de que Allah es El Viviente y no morirá jamás."
La siguiente y difícil tarea era designar a aquel que sucedería al Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) en las funciones de gobierno y guía de la comunidad islámica.
Hubo una reunión en un lugar llamado Saqifa y se propusieron varios nombres. El propio Abu Bakr, que nunca pidió ese puesto para sí mismo, propuso a Omar Ibn Al Jattab o a Abu Obeida Ibn Al Yarrah. Pero Omar alegó que él no podría ser califa de un pueblo en el que se encontrase Abu Bakr, creyéndole más capacitado, e inmediatamente le juró fidelidad junto con el resto de los musulmanes.
Después de esto, se dirigió Abu Bakr a la comunidad y pronunció su primera jutba (sermón):
"¡Oh, gentes! Se me ha concedido la autoridad, pero yo no soy el mejor de vosotros. Si obro bien ayudadme y si obro mal corregidme.
Sabed que el débil entre vosotros es considerado por mí poderoso, y sabed también que el poderoso entre vosotros será considerado por mí débil, hasta garantizarle a ambos sus derechos.
Obedecedme en todo aquello que obedezca a Allah y a su Mensajero (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), pero si les desobedezco no me debéis obediencia alguna."
En otra ocasión aconsejó a su ejército con unas palabras que son conocidas como el ejemplo más alto de comportamiento islámico y militar:
"No traicionéis ni engañéis, no cometáis actos reprobables ni mutiléis, no matéis niños, ni ancianos, ni mujeres; no destruyáis ni dañéis las palmeras y tampoco las queméis. No cortéis árboles frutales; no degolléis corderos, vacas, ni camellos. Pasaréis por pueblos que acostumbran a recluirse en sus conventos, invitadlos al Islam, pero no los obliguéis a retirarse de allí.
¡Partid en el nombre de Allah!"
Qué gran ejemplo para los gobernantes actuales.
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