En el cuarto año desde que empezó la profecía, las persecuciones a los musulmanes se fueron intensificando hasta el punto de sufrir fuertes torturas por parte de los incrédulos de Quraish (las tribus que habitaban en La Meca). Debido a esto, parte de ellos tuvieron que huir y emigraron a Abisinia (Etiopía) porque su rey Negus era conocido por su justicia y buen trato a sus súbditos.
Al enterarse, los Quraish enviaron emisarios para pedir su extradición alegando que las creencias de los musulmanes eran un peligro para las otras religiones. El rey entonces les mandó llamar para que les explicase cuál era la doctrina de su religión; y esta fue su respuesta:
"¡Oh rey! Éramos gente ignorante. Adorábamos ídolos y comíamos carroña. Acostumbrábamos a tener comportamiento indecente, a desvincularnos de nuestros parientes, maltratar a nuestros vecinos, y el fuerte oprimía al débil. Así estábamos cuando Allah nos envió un Mensajero. Del cual conocemos su linaje, su veracidad, su confiabilidad y piedad. Comenzó a invitarnos a adorar únicamente a Allah. Entonces dejamos la religión de nuestros antepasados que antes seguíamos, abandonamos la adoración de ídolos de piedra y de todo lo que no es Allah. También nos ordenó ser veraces en nuestro hablar, cumplir los pactos, ser bondadosos con nuestros parientes, tratar con cortesía a nuestros vecinos y de abstenernos en derramar sangre prohibida. Nos prohibió el mal comportamiento, el insulto, apoderarnos de los bienes del huérfano, y de calumniar a las mujeres piadosas. Nos ordenó adorar a Allah sin asociarle nada ni nadie, a realizar la oración, hacer caridad y a ayunar. Entonces confiamos y creímos en él y seguimos la religión de Allah que nos enseñó. Comenzamos a adorar a Allah únicamente, sin asociarle nada ni nadie. Comenzamos a prohibir lo que nos hizo ilícito y a ordenar lo bueno. Debido a todo esto nuestro pueblo se enemistó con nosotros, lastimándonos, torturándonos, para que abandonemos nuestra religión y volvamos a la adoración de los ídolos en vez de Allah, y esperaban que consideremos todo lo abominable como lícito como lo hacíamos antes. Entonces cuando nos dominaron, oprimieron y proscribieron interponiéndose entre nosotros y nuestra religión, emigramos a vuestra tierra, te elegimos a ti de entre los demás, aspirando a ser tus vecinos, y con la esperanza de que no seas -oh rey- injusto con nosotros."
El Negus dijo: "¿Hay contigo algo de lo que Allah reveló?"
Recitó entonces los primeros versículos de la Sura de Maryam donde se narra la historia del nacimiento de Juan (la paz de Allah sea con él) y de Jesús (la paz de Allah sea con él), hasta que María fue sustentada milagrosamente con alimentos. Debido a esto el rey junto con los obispos de su realeza lloraron humedeciendo sus mejillas.
Entonces el Negus exclamó: "Estas palabras y las que fueron reveladas a Jesús (la paz de Allah sea con él) son rayos de luz emanados de la misma fuente".
Dirigiéndose a los frustados emisarios de Quraish, dijo: "Temo que no los puedo devolver. Son libres de vivir y practicar su religión donde les plazca."
(Fuente: El Néctar Sellado, de Safi-ur-Rahman Al-Mubarakfuri)
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