Casi todas las personas que nos convertimos al Islam coincidimos en un temor a la hora de dar ese paso tan importante: la reacción de nuestra familia.
Lo habitual suele ser un rechazo inicial por parte de ellos que puede ser más o menos grave según los casos. Disgusto, incomprensión, enfado, preocupación, dudas, miedos, etc.
Nos solemos quejar de que no respetan nuestra decisión, de que están llenos de prejuicios hacia el Islam, de que no se esfuerzan por entendernos y de que su reacción es desproporcionada.
Pero pocas veces nos ponemos en su lugar.
Hemos escuchado mensajes contra el Islam durante toda nuestra vida y eso ha hecho que incluso nosotras, antes de nuestra conversión, tuviésemos ideas muy negativas sobre esta religión.
No es de extrañar entonces ese rechazo del que hablo, si suponen que estamos entrando en una religión de violencia y machismo extremo. No son capaces de verlo de otra forma y lo que mejor podemos hacer es tener paciencia, pedir a Allah que les guíe y les ayude a comprender y demostrarles cada día que somos felices con nuestro cambio y que nuestra vida ha mejorado.
Yo agradezco a mi familia el esfuerzo que han hecho por entenderme. Les agradezco que aunque no hayan conseguido que ese entendimiento sea completo, al menos con el tiempo lo han aceptado de la mejor forma que han podido.
Sé que todos sus miedos han sido porque me quieren y han creído que me estaba equivocando.
Imagino su tristeza las primeras navidades que no celebré con ellos o las fiestas de cumpleaños a las que decidí dejar de ir. Les imagino también, cuando voy a ir a visitarles, pensando qué me pueden ofrecer para comer y que esté permitido para mí.
El Islam da mucho valor a la familia, al esfuerzo por mantener la buena relación con ellos y al respeto y buen trato hacia los padres siempre.
Este es el mensaje que procuro no olvidar y la mejor forma de demostrarles que el Islam es una religión de buenos sentimientos.
¡Hombres! Temed a vuestro Señor que os creó a partir de un solo ser, creando de él a su pareja y generando a partir de ambos muchos hombres y mujeres.
Y temed a Allah, por Quien os pedís unos a otros, y respetad los lazos de sangre. Realmente Allah os está observando. (Corán 4:1)
Tu Señor ha ordenado que sólo Lo adoréis a Él y que hagáis el bien con los padres. Y si a alguno de ellos, o a los dos juntos, les llega la vejez junto a ti, no les digas "uff" ni los rechaces, sino que háblales con buenas palabras.
Baja sobre ellos el ala de la humildad que viene de la misericordia y di: ¡Señor mío! Ten piedad de ellos, al igual que ellos me criaron cuando era pequeño. (Corán 17:23-24)
De Abu Huraira se transmitió que el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo:
"¡Qué se dé de narices en el suelo! (Lo dijo tres veces) Aquel que alcanzó a ver a uno de sus padres o a los dos en la vejez y se le escapó la ocasión de hacerles el bien y entrar por ello en el Jardín" (Lo relató Muslim)
De Abdallah ibn Amr ibn Al-As se transmitió que el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo:
"No es totalmente completa la acción del que guarda buenas relaciones con sus familiares porque es correspondido por ellos. Más bien, es completa la de aquel que ve interrumpidas dichas relaciones y no sólo las reanuda sino que las incrementa" (Lo relató Muslim)
De Aisha se transmitió que dijo el Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él):
"Los lazos de sangre están suspendidos del trono del Señor y dicen: -A quien me honra, Allah le honra y a quien me deshonra, Allah le deshonra-" (Lo relataron Al-Bujari y Muslim)
(Hadices 209, 212 y 213 del libro Lo más granado de los Jardines de los Justos, del imam An-Nawawi, traducido por Zakaríya Maza)