miércoles, 31 de agosto de 2016

El que está libre de su propia avaricia


El que está libre de su propia avaricia... Esos son los que tendrán éxito. (Final del aya 59:9)

Cuando los emigrantes de Meca llegaron a Medina con las manos vacías, los ansar poseían tierras e inmuebles. Entonces, estos compartieron con los emigrantes la mitad de los beneficios de sus riquezas cada año, aportando ellos su trabajo y ayuda. Y la madre de Anas cedió un palmeral que tenía ella al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Y él a su vez se lo dio a Umm Aiman, su criada, madre de Usama ibn Zaid.
Dijo Ibn Sihab: Me informó Anas ibn Malik que cuando el Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) concluyó la campaña de Jaibar, los emigrantes devolvieron a los ansar las prebendas que estos les habían otorgado. Dijo: Y el Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) devolvió a mi madre su palmeral.

Y en el Muwatta de Malik: Un pobre pidió a Aisha, esposa del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y esta estaba ayunando y sólo tenía un pan. Le dijo a su criada: ¡Dáselo! Dijo ella: No tienes con qué romper el ayuno. Y le dijo de nuevo: ¡Dáselo! Dijo: Así lo hice. Dijo: Y al hecerse de noche nos regalaron una oveja lista para comer. Entnces me llamó Aisha y me dijo: ¡Come de aquí que esto es mejor que tu pan redondo!
Dijeron nuestros ulemas: Pues, esa es la riqueza que produce un verdadero beneficio; y el hecho puro ante Allah le proporciona de inmediato al autor la respuesta que Él quiere y eso no merma en nada lo que tiene reservado para el día de mañana. Y quien dejara algo para Allah no lo habría perdido. Y la acción de Aisha, Allah esté complacido de ella, es de las que Allah ha elogiado como un ejemplo en la preferencia a los demás sobre uno mismo, a pesar de estar en necesidad. Y quien hiciera eso se habrá purificado de la avaricia y habrá triunfado sin pérdida alguna para él.

Y el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) solía hacer la siguiente invocación:
"¡Allahumma me refugio en Ti de mi propia codicia, de mi desilfarro y de mis caprichos!"

Y dijo Cosroes a sus compañeros: ¿Qué es lo peor para el hijo de Adam? Dijeron: La pobreza.
Dijo Cosroes: La codicia es peor que la pobreza, porque el pobre cuando encuentra algo se sacia y el codicioso aunque encuentre jamás se sacia.

(Párrafos del tomo 9 del Tafsir del Corán de Al-Qurtubí, traducido por Zakaríya Maza)



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