"¡Oh Allah! A Ti pertenecen todas las alabanzas, nadie toma lo que Tú extiendes (el sustento) y nadie puede extender lo que Tú restringes. Nadie puede guiar a quien Tú extravías ni desviar a quien Tú guías. Nadie puede dar lo que Tú retienes ni impedir lo que Tú das. Nadie puede acercar lo que Tú alejas ni alejar lo que Tú acercas. ¡Oh Allah! Extiende sobre nosotros Tus bendiciones, Tu misericordia, Tus favores y Tu sustento. ¡Oh Allah! Te pido un bienestar permanente que no cambia ni desaparece. ¡Oh Allah! Te pido la ayuda en los días de pobreza y la seguridad en los días de miedo. ¡Oh Allah! Me refugio en Ti del mal de lo que nos concedes y de lo que nos impides. ¡Oh Allah! Haz que amemos la fe y embellécela en nuestros corazones; y haz que aborrezcamos la incredulidad, el desorden moral y la desobediencia; y haznos de los guiados por el buen camino. ¡Oh Allah! Haz que muramos y vivamos siendo musulmanes; y admítenos entre los piadosos y no con los avergonzados y tentados. ¡Oh Allah! Combate a los incrédulos que desmienten Tus mensajeros y disuaden a la gente de Tu camino; y haz caer sobre ellos Tu censura y Tu castigo. ¡Oh Allah! Combate a los incrédulos que recibieron el libro. ¡Oh Dios de la Verdad!"
Esta súplica fue hecha por el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) el día de la batalla de Uhud y nosotros deberíamos tenerla presente cada día.
(Súplica extraída del libro "El Néctar Sellado" de sheij Safi-ur-Rahman Al Mubarakfuri, traducido al español por el equipo de la editorial Annur).
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