domingo, 10 de mayo de 2020

El jiyab I


Sexto folleto de la serie

El jiyab, hiyab, velo islámico o pañuelo con el que nos cubrimos las mujeres musulmanas.

¿Qué es el jiyab?

La palabra jiyab viene de la palabra raíz árabe jayaba, que significa ocultar o cubrir. En el contexto islámico, jiyab se refiere al código de vestimenta para las mujeres musulmanas que han llegado a la pubertad. Jiyab es el requisito de cubrir o velar todo el cuerpo excepto el rostro y las manos. Algunas también eligen cubrirse rostro y manos.
El jiyab no se requiere en situaciones donde sólo hay mujeres o donde hay ciertos hombres presentes.

Sin embargo, el jiyab no se trata sólo de la apariencia externa, sino también de la buena palabra, la modestia y la conducta digna. Estos modales correctos también son una exigencia para los hombres.
Los hombres musulmanes también deben vestirse con ropa suelta y poco reveladora, a fin de mantener su modestia y dignidad.

El jiyab es obediencia

Aunque el jiyab ofrece muchos beneficios, es ante todo un mandato de Dios. Por lo tanto, llevarlo es un acto de fe y de obediencia al Creador, como se menciona en el Corán:

¡Profeta! Di a tus esposas e hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran desde arriba con sus vestidos... (Corán 33:59)

Dios, el Omnisciente, sabe lo que lo que es mejor para Su Creación, y por lo tanto ha proporcionado orientación a fin de beneficiar a la humanidad. El uso del jiyab, como cualquier otro acto de obediencia al Creador, acerca a la persona a su Señor y le brinda un sentido de satisfacción y alegría.

El jiyab no sugiere en modo alguno que las mujeres sean inferiores a los hombres.

El jiyab es modestia

El Islam promueve la modestia y la decencia, y procura minimizar la inmoralidad dentro de la sociedad. El jiyab, entre otras cosas, ayuda a lograr este objetivo.

Di a los creyentes que bajen la mirada y guarden sus partes privadas, eso es más puro para ellos.
Es cierto que Allah sabe perfectamente lo que hacen.
Y di a las creyentes que bajen la mirada y guarden sus partes privadas, y que no muestren sus atractivos a excepción de los que sean externos; y que se dejen caer el tocado sobre el escote... (Corán 24:30-31)

Nótese que los versículos anteriores se dirigen en primer lugar a los hombres, en lo que respecta a que bajen su mirada y mantengan su modestia. Esto contradice la afirmación de que toda la responsabilidad de la modestia recae en las mujeres.

Mientras que el Islam desalienta las demostraciones públicas de vestimenta indecente y conducta sexual, ya que es una religión práctica, a la vez alienta el amor, el afecto y la intimidad entre las parejas casadas, en privado.

El jiyab es protección

La sabiduría tras el jiyab es minimizar la incitación sexual y la degradación moral en la sociedad al máximo posible, tanto para los hombres como para las mujeres. El jiyab protege a hombres, mujeres y a la sociedad mediante la creación de estabilidad en las familias y en las comunidades de diversas formas:
- Protege contra avances no deseados.
- Protege a las mujeres de miradas pervertidas y del escrutinio superficial.
- Puede ayudar a reducir la probabilidad de agresiones sexuales contra las mujeres.
- Protege de la explotación sexual de las mujeres basada en la apariencia.
- Protege de tentaciones y deseos dañinos.

El jiyab es dignidad

El jiyab promueve la feminidad de la mujer en lugar de suprimirla, y le otorga a las mujeres dignidad y autorrespeto por lo que son, en lugar de ser juzgadas por estándares superficiales como la apariencia. Esto les brinda a las mujeres el poder de dar forma a su propia dignidad a través de estándares más significativos, como la rectitud, el conocimiento y la contribución a la sociedad, en lugar de tener una sociedad consumista que dicta su valía a través de medios materiales, como su apariencia o la cantidad de dinero que ganan.

La activista Tawakkul Karman, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2011 y "madre de la revolución del Yemen", cuando los periodistas le preguntaron sobre su jiyab y cómo este no era proporcional a su nivel de inteligencia y educación, respondió:
"El ser humano iba casi desnudo en sus comienzos, pero a medida que su intelecto se acrecentó, comenzó a utilizar ropa. Lo que soy hoy y cómo me visto, representa el nivel más elevado del pensamiento y de la civilización que ha alcanzado la humanidad, y no es retrógrado. Es volver a eliminar la ropa lo que representa un retroceso a tiempos antiguos."

A los ojos de Dios, los hombres y las mujeres no tienen por qué ser idénticos a fin de ser iguales, y esto se refleja en los diferentes roles y resposabilidades que aplican a cada uno.

El jiyab es respeto

En varias sociedades de hoy, a muchas mujeres se les enseña desde la infancia que su valía es proporcional a su atractivo. Se ven obligadas a perseguir estándares de belleza poco realistas y degradantes a fin de satisfacer la presión irracional de grupo y las expectativas de la comunidad. En un ambiente tan superficial, en el que se pone tanto énfasis en la belleza exterior, la belleza interior del individuo cuenta muy poco.

El Islam, sin embargo, enseña que una mujer debe ser respetada de acuerdo a su carácter y acciones virtuosas, en lugar de por su aspecto o cualidades físicas, de las que ella tiene poco o ningún control. Ella no tiene que utilizar su cuerpo y encantos para obtener reconocimiento o aceptación en la sociedad, pues el jiyab aleja su autoestima de la apariencia y la lleva a cualidades como la piedad, la virtud, la modestia y el intelecto, atributos que son más accesibles por igual para todos.

Cada mujer que viste jiyab es un individuo único, y es injusto e inexacto hacer un juicio general sobre todas esas mujeres con base a una prenda de vestir que tienen en común.

Continuará, Insha Allah...


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